La fuente de energía eólica es el viento, o mejor dicho, la energía mecánica que, en forma de energía cinética transporta el aire en movimiento.
La Tierra recibe una gran cantidad de energía procedente del Sol. Esta energía, en lugares favorables, puede ser del orden de 2.000 Kwh/m2 anuales. El 2 por ciento de ella se transforma en energía eólica con un valor capaz de dar una potencia de 10E+11 Gigavatios.
En la antigüedad no se conocían estos datos, pero lo que sí es cierto, es que intuitivamente conocían el gran potencial de esta energía.
Así como los molinos de agua tienen paletas para desarrollar fuerza, los molinos de viento utilizan aspas. El modelo clásico consta de cuatro aspas; la fuerza que el viento ejerce sobre las aspas se transforma en una fuerza más potente en el eje central. Una serie de engranajes cónicos y dentados transmite esta fuerza, que usualmente hace girar una piedra de molino. La energía del molino de viento depende de la velocidad del viento que choca contra las aspas, y de la superficie que éstas ofrecen al viento.
El primer molino de viento fue ideado por Herón ( 20 a 62 d. C.) y servía para mover los fuelles de un órgano.
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